miércoles, 8 de septiembre de 2010

Cuento de navidad, pero en verano




No es diciembre ni nada por el estilo, pero ayer recordé una vieja anécdota que viví una noche buena. No recuerdo bien el año, pero sí lo hechos. 

Resulta que esa noche buena la celebraríamos en casa de uno de mis tíos. Como siempre, toda la familia reunida: Padres, primos, tíos y cualquier agregado cultural que esté de paso por el país y sin una mesa familiar y divertida donde pasar esta fecha tan especial para los cristianos.  Los más jóvenes, por aquel tiempo yo me contaba entre ellos, nos quedábamos en la galería exterior de la casa contando chistes y disfrutando de las frutas, canapés, pasteles y bebidas que desbordaban por todos los rincones. 

Creo que ninguno de nosotros notó su presencia. Estaba sentado en un rincón cerca de la verja de la casa. Su silla, inclinada, sólo se apoyaba en las dos patas traseras.
Cabizbajo, se cubría la cara con una cachucha* desteñida sobre la que sólo se vislumbraba la sombra de una mueca retorcida que se alojaba en su boca y barbilla como una ocupa permanente y estática. Apenas parecía respirar. Ni siquiera se atrevía a alterar el curso de la historia con el más mínimo movimiento de sus extremidades.

Un chiste, carcajadas, alboroto. Nosotros seguíamos en nuestro mundo, al margen de su existencia. Desde el interior de la casa se escuchó un estruendo con voz femenina que gritó:

- ¡Pailitaaaaaaaaaaa!

Como en Karate Kid, se incorporó de un sólo salto. Tratando de mantener el equilibrio y sin abandonar su mueca, se acomodó la gorra, cruzó la marquesina que se usaba como garaje y enfiló sus pasos hacia la cocina. Minutos después regresó a su silla de madera y guano, llevando entre sus manos, como quien lleva una ofrenda al altar, un plato con una montaña de moro* de guandules, ensalada rusa y "puerco asao". Lo devoró todo en segundos. 

Nosotros todavía no habíamos empezado a cenar, pero los chistes no tuvieron continuidad... Desde ese momento él era el centro de atención. No recuerdo en qué momento se puso de pie y se acercó a la galería para recitarnos mientras se daba palmaditas en el estómago:

- Gracia a la vigencita de la Altagracia, y a don Antonio, he tenido mi cena de navidad ¡¡A lo Tenkiuuuuu*!!

Nos quedamos todos con la cara redonda ¿Y esto?
-Pailita, ¿Usted está bien? - Preguntó uno de mis primos

- Gracia a la vigencita de la Altagracia y, a don Antonio, he tenido mi cena de navidad - Respondió.  Dio una vuelta a lo Michael Jackson, se puso de puntillas, extendió los dos brazos hacia el frente señalando al suelo con sus dedos índice y agregó-  ¡¡A lo Tenkiuuuuuuuuuuuuuuuu!! ¡Y buena que taba!

Risas por lo bajo y gestos de sorpresa entre nosotros. ¿A este qué le pasa? 

-¿Ta contento, Guachi*? - Le preguntamos

- Eta son una navidade...  ¡¡A lo Tenkiuuuuuuuuuuuuuuuuuu!!

- Bueeeenooooo...  Guachi ¿usted quiere algo más de cena? -Le ofreció uno de ellos

- Uté e' jel que sabe... si me quié dai aigo má...  ¡¡A lo Tenkiuuuuu!! - Y otra vuelta a lo "Beat it"

Minutos más tarde, el mayor de mis primos, que siempre ha sido muy original, le sugirió al nuevo poeta celebrar las fiestas con un poco más de jolgorio...

- Pailita ¿Qué le parece si "eplotamo" un par de cohetes?... Venga, agarre aquí - Le dijo mientras le daba a sujetar una varilla con fuegos artificiales.

-¡Ah! Uté e' jel que sabe...  dele a vei... -Contestó a la vez que le incitaba con un gesto a que encendiera la mecha del artilugio piral.

El autor de la idea obedeció las órdenes, mientras las chicas nos agachábamos y gritábamos "¡No inventes!, eso es muy peligroso". Acercó el mechero y una vez vio que lo había conseguido se alejó colocándose los dedos en los oídos y apretando los dientes.

El guachi miró lo que tenía en las manos, volvió a torcer la boca y achinó los ojos... el fuego en la mecha del cohete se había apagado antes de alcanzar su destino.


-¿Y qué fue? Po' eta vaina no sirve... ¡A lo Tenkiuuuuuuuu! - Afirmó mientras lanzaba las varillas lejos de sí, sin saber que la virgencita había escuchado sus agradecimientos y que lo había librado de una buena...  y a nosotros también.

La celebración transcurrió de manera alegre. Nuestro amigo no dejó de agradecer cada 5 minutos aquella copiosa cena de navidad que le dieron mientras hacía, supuestamente, la vigilancia de aquella noche.

Cuando nos íbamos nos despedimos de todos, incluso de él, deseándole una feliz navidad a lo que nos respondió:

- Y a utede también... ¡¡A lo Tenkiuuuuuuuuuu!! 

Esa noche, en casa de mis tíos, todos durmieron tranquilamente. 

Incluso Pailita.

El alcohol, es lo que tiene.

* Cachucha: Gorra, como las que usan los jugadores de baseball 
Moro: Plato dominicano a base de arroz y legumbres.
Tenkiu: Thank you = Gracias.
Guachi: Abreviatura de "Guachimán". Del inglés Watchman= Vigilante, sereno.

Agradecimiento especial a Jorge L. Rizek por facilitar la canción "Mi guachimán": interpretada por Sonia Silvestre. Autoría de Luis Díaz.