En sus jardines, de par en par, el sol a mis espaldas. Exposición.
De sus fuentes, el rocío que empuja la brisa. Mis brazos en cruz. Revelado.
El aire que seca mi cara, mis manos. Baño de paro.
Una sonrisa que se dibuja. Fijado.
Y ahora qué soy. Haluro de plata. Inmortal.