viernes, 19 de julio de 2013

La crisis de Chayane



Traicionero, siempre traicionero. 

Porque pasa y no nos damos cuenta, hasta que un día, a las tantas de la mañana, mientras retocas la boda de turno te acuerdas de tu primer amor. Y decides ver cómo está... te conectas a internet y buscas un vídeo suyo, cualquiera te vale... 


 

"Y tú te vaaaaaaaa......" y suda como una bestia, sus movimientos que antes parecían fluir con una naturalidad escandalosa ahora le hacen parecer agarrotado, un robot artrósico y oxidado... le cuesta bajar las escaleras del escenario... Y te preguntas ¿Dónde habrá quedado aquel mozo de 14 años que cantaba "Será porque te amo" y que impedía, ¡a toda costa!, concentrarte en clases de físicas, matemáticas, naturales, historia y español? (Perdón, olvidé decir que hasta en el recreo).

Habrá quedado donde mismo estará la chiquilla (carajita, debería decir) que antes saltaba de un lado para otro con o sin cámara fotográfica al cuello, trabajaba y estudiaba y siempre se levantaba temprano como si nada.

Traicionero. Demasiado traicionero.

Sin embargo sigue siendo para mi gusto guapo, elegante, amable a la vista, trabajador incansable. 

Me pregunto si quienes me han visto con el paso de los años pensarán lo mismo de mí. Aunque ya no corra tanto de un lado para otro, con o sin cámara fotográfica al cuello y cada mañana amanezca con un hueso o un músculo adolorido.

Eso espero.

Traicionero. Maldito reloj.