sábado, 24 de septiembre de 2011

Página en blanco



Tomar la decisión fue realmente fácil. Cuando tuve conciencia de mi estado, decidí que no respiraba más.  Me tendí sobre el aire, cerré los ojos. Lo veía todo azul claro, azul oscuro... como ondas de sombras entrecruzadas. Luego decidí que no me movería más y de este modo se entumecería y apagaría el corazón o lo que de él late. Así una, dos, tres eternidades. 

Pero seguía pensando. Eso me encadena a seguir aquí.

¡Vaya por Dios con Descartes! Con tantas teorías no puede una hacer lo que le apetezca con su vida.

Buen fin de semana a todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario