martes, 20 de marzo de 2012

Bendita tradición



La culpa es de mi madre. Me llama para contarme que esa mañana se haría unos estudios de la vista porque últimamente se siente mareada y con dolor de cabeza. Luego me cuenta que cuando regrese del médico le van a preparar unas habichuelas con dulce.  Error... ella por haberlo dicho y yo por haberlo escuchado... ¡¡Habichuelitas con dulce!!  Ahí tenía el eco retumbando entre el cerebro y el oído...  elas, elas,elas...  ulce, ulce, ulce... 


¡Ay, pero como que me llamo Tania me las voy a preparar!  Mi madre alarmada pone el grito al cielo y me recuerda a modo de pregunta Pero ¿Tú no tienes gastroenteritis? a lo que respondo ¡¡Aunque me vaya por el retrete, esas habichuelitas van!!  Pero tú no sabes hacerlas, argumenta tratando de persuadirme. ¡Internet lo sabe todo, mamá! 
No me extiendo más. Ya sabéis que las hice. Ahora os contaré cómo una caraja loca, como yo, montó un tinglao en un plisplás con productos exóticos, en tierra exótica para un postre no tan exótico.  Ya sabéis: Son habichuelas. 


No voy a hacer lo tradicional...  receta de ingredientes y luego la preparación y el bla, bla, bla.  Me levanté el viernes en la mañana busqué la receta en un blog de cocina dominicana y me fui a una tiendecita de alimentación latina:
-Doña ¿Uté tiene leche evaporada? ¡Anda y encima Carnation!, chévere.... ¿Leche de coco? bien. Galleticas de esas especiales con una crucecita... no, eso no... ¿verdad? En su país eso no es tradición.  ¿Cuánto e'? Gracias.


Justo al lado, en la galería de alimentación, busqué un puesto de frutas y verduras. ¡Deme una batatica! ¿Seguro que no es boniato? Ah, es batata, que pese como medio kilo, o por ahi... ¡anjá!  


Deja ver... en Cuatro Caminos, fijo que aparecen las galleticas. Metro a la vista. Cojo pa' llá. Calle Juan Pantoja... mira ¿Las galleti...?  Míralas ahí. Me respondió sin que terminara mi pregunta. ¡¡Ay, mamá!!  Y de las Guarina ¡¡Esto es vida!!


Ya por la tarde, llegué a mi casa, cogí medio kilo de habichuelas rojas del Alcampo (es decir, cualquiera vale) y las puse en remojo hasta la mañana siguiente. Entonces me volví a levantar (porque ya era otro día), las lavé bien y las puse a hervir a fuego lentísimo... porque me dijeron por ahí, que así se le sacan todos los gases y evitamos "accidentes". Y así lo hice. Las dejé enfriar, que se tomen su tiempo, no hay prisa para una "jartura" como la que pensaba darme por ser Tiempo Santo.



Ya por la noche, cogí las habichuelas hervidas y las licué junto con un 50% más de su volumen del agua en la que hirvieron.  Las pasé por el colador y las volví a meter en la olla junto con la leche de coco y la mitad de la leche evaporada. ¡¡Fuego lento con ellas de nuevo!! 



Cuando empezaron a hervir, le eché lo que quedaba de la leche evaporada y medio litro de leche de vaca. Dos tazas de azúcar (la receta original decía que una, pero esto es habichuelas con DULCE), un chin de sal, una balsa de canela en rama y todos los clavos dulce que se me cruzaron por medio (unos 17-18 más o menos), pasa, también toda la que quiera, un chin de mantequilla y la batatica, que resultó ser un boniato difrazao... Aunque dio el mismo resultado. Una ralladurita de limón no viene mal para quitar el amarguito que deja, inocentemente, la leche de coco.



En este momento, es muy, pero que muy importante abrir la ventana de la cocina, así se liberarán los vapores de la canela y los clavos dulces y los vecinos se morirán de envidia y empezarán a babear. Pero como esto es Europa, no te van a preguntar qué estás haciendo ni van a venir a pedirte... y se dormirán con el aroma dulzón y la incógnita de qué carah... está inventando la "mardita loca" del segundo izquierda. 


Bueno, que como es a fuego lento, hay que mover y mover y mover... para que no se pegue y tenga usted un concón de habichuelas con dulce. Mover y mover y mover... pero dejando que hierva con furor de cuando en cuan... que de lo contrario la cosa como que no se emociona.

Deje enfriar a temperatura ambiente y luego coloque la mega paila dentro de la nevera hasta que esté fresquito (yo tuve que retirar una de las baldas para que entrara la olla).  Usted sabrá si le echa las galletas desde que estén listas. A mí me gusta ponerlas justo antes de tomarme este manjar, tan típico en Cuaresma, para que queden crocantes. 



Y ahora, parodiando la vieja publicidad aquella me despido diciendo:


El Reino de Nooritania presenta:  Las habichuelas con dulce más sabrosas... 


No encontré el anuncio antiguo, pero sí este que debe ser muy reciente y es de la misma casa comercial... ¡¡Y describe lo que os acabo de  contar a la perfección!!  para que veáis que la distancia no es el olvido :=)  ¡¡Os juro que no lo había visto hasta que terminé de escribir!!


Nota al cierre de la edición:  Mi madre llamó preocupada para saber cómo seguía mi salud después de haberme "atimoneado" todo aquello (¡Que noooooo! que compartí más de la mitad con otras amigas compatriotas)  ¡¡Estoy Bien!! El truco está, tal y como os dije, en hervirlas despacio para la liberación de los gases...  ¡¡Jejé!! Y en tener un estómago a prueba de dinamita... 

2 comentarios:

  1. Uhm, no sé no sé, esa combinación sulce salado... Habría que probarla!

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  2. Tienes que prometerme que cuando te animes a hacerlas otra vez me vas a dar aunque sea un chin!

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