Bienvenida B Hola... un breve post para decirle adiós a un numerito que me acompañó durante doce años, que se dicen pronto, un numerito sin embargo muy sincero. Porque debajo decía dominicana, nacida en San Francisco de Macorís.... Ahora, el nuevo, miente... dice: Española, nacida en San Francisco de Macorís. Que alguien me lo explique, porque en Madrid no he visto, nunca, las nubes de mi pueblo. En el momento que inicié el proceso de solicitud de nacionalidad, en aquel tiempo corría el año 2003, parecía que me iba la vida en ello. Cuando recibí la notificación (Acta de nacimiento, le llaman, otro fenómeno inexplicable) el pasado mes de octubre me quedé con la cara donde mismo la tenía. Es más, me dio la impresión de que el documento salió pronto desde el día de la "jura". Ha pasado más de un mes entre la recepción de la misiva y mi presentación a las oficinas de la poli... eso, que ya la angurria no era la misma. En fin: Habemus Europeus Papeletums. Nada cambia. Sólo un número. Y con ellos mis derechos y deberes. ¡Óle! P.D.1:Dice Noor que ella tenía pasaporte europeo desde hace mucho... y luego ha añadido un "ueje-ueje" Ésta se está jugado el puesto de mascota de hogar... P.D.2:Os dejo con la canción que sonaba mientras imprimían mi DNI... ¿Qué me habrán querido decir?
Si no me equivoco, ya es tarde para ablandar habichuelas. Los que me conocen saben que vivo a destiempo y es algo que lejos de molestarme, me encanta. No tengo horarios ni rutinas. Vivo conforme ruedan los días. Aclaro todo esto porque hasta hace un par de semanas atrás y sólo entonces, me di cuenta del cambio que se ha realizado en "la parrilla" de la radio pública. Sí,sí sí... me encantaba escuchar, en estricto orden de preferencia a: Toni Garrido en Asuntos Propios, Juan Ramón Lucas en Días como Hoy y, Miguel Blanco en Espacio en Blanco. Esto me suena del Ciudadano García me gusta mucho, pero a él no le han tocado. Porque no se moja... sólo repite.
¡Oh! Sorpresa mía cuando unas tardes atrás, en el espacio donde se planteaban temas de discusión sobre economía, derechos humanos, impuestos sí o impuestos no... ¡¡Hablaban que si la princesa Letizia salía en el HOLA!! Revisé 15 veces la frecuencia de mi radio, le di la vuelta al dial buscando a Garrido, sacudí la radio a ver si salía disparada la imbécil que decía soeces y hasta le pegué al transistor que me pagó con tal indiferencia que me hizo recordar los tiempos de Pan y Circo.
Y son mis impuestos. Y son mis derechos. Yo quiero una radio, y una televisón, pública inteligente. Que me lleve al pensamiento crítico. Si doña Letizia se pinta las uñas o no, me da igual. Yo no me las pinto. ¿Por qué temen los gobiernos ¡estos gobiernos! a la expresión pública?
La respuesta es obvia. Y no está en el esmalte de uñas.
Nunca es tarde para reclamar lo que nos corresponde. Os deseo buena sintonía y buena suerte para estos casi cuatro años que nos quedan... en silencio.
Montoro: "RTVE no tiene que competir con las privadas"
Rutinas mecánicas, una, dos, tres, el mismo proceso. Una, dos tres... Un día, dos semanas, tres meses y más de cuatro años y todo igual. Al final de la "hornada" cansancio, los mismos problemas y sin recompensa. Y así una, y así dos y así tres y otra más. Mensaje: pedido colocado, mensaje de factura a cobrar. A cuenta de tres, suma y a restar: vence la segunda. Mensaje: publicidad: me invitan a Asia... si no fuera por la maldita resta, me iría lejos... tan lejos... que me desintegrara y no pudiera regresar. ¿Acaso lo mejor? ¿Está allí la nada? Miedo. Y por precaución me quedo donde estoy. Vuelta a empezar: así una, así dos, así siempre.
Imagen tomada de: http://larepublica.pe/blogs/libre-pensador/2012/07/07/sobre-el-boson-de-higgs/
Y venga a darle vueltas, y venga a darle vueltas. Y por una vez, decidí ser inteligente: ¡¡Ya sé!! Se lo preguntaré a MAD... - ¿Qué ej'so del Bosón de Higgs?, yo es que no me entero de ná - Pregunté- -¡Ah, eso! Mmm.... bueno, no es nada nuevo. Es simplemente como decir que han comprobado que todo lo que se estipulaba en física, es cierto. -¿Eh? No, yo digo lo del Bosón de Higgs... Que no lo entiendo -Aclaro en mi aclaración- -¡Eso! Es un señor que desde los años 60's le dio por "teorizar con las teorías" de la relatividad y de la gravedad... y ahora ha comprobado que todo eso es cierto. -Ñó. No avanzo científicamente... Pero ¿No era algo relativo al Bin-Ban?? jejejeje - yo, por quitarle hierro a la situación. -Más bien, afirma que... sí, eso... la materia. ¡Eso! Este señor se inventó una maquina que acelera las partículas... que a propósito, no es que se llame "La Partícula de Dios", realmente se llamaba "La maldita partícula", porque este carajo no terminaba de dar con ella... pero el editor, fijo que era del Opus, o de algo de eso... le quitó el "Damm" en inglés y le dejó sólo el "God".... y hasta el día de hoy... - ... ??? -Bueno, que la máquina aceleraba las partículas y al producirse el choque entre ellas se produce, digamos que, la materia.... - ... ??? - Y según su teoría, nosotros sólo podemos ver el 1% de todo lo que hay. - No me j.... como para que no me guste lo que hay y ponerme a buscar en el resto... ¡¡Hala!! -Respondí saliendo de mi embotamiento. - ¿Te he aclarado las ideas? - Preguntó divertido. - A ver si lo entendí... digamos que esta vaina es algo así como que: Tú te subes a una bicicleta a 50 km/ hora y yo en otra, a la misma velocidad, pero los dos vamos en dirección opuesta. Nos encontramos de frente en una bajaíta y ¡¡CATAPÚN!!, chocamos y nos sale un chichón. Entonces, por el choque "se produce masa donde no la había". ¿Es eso? - Pregunto o afirmo o lo que sea... -No exactamente, pero sí. -Madre mía... y yo con este chute científico, ahora, me tengo que ir a Toledo a hacer fotos de boda.
P.D.: Si alguien lo sabe explicar mejor, que me lo explique. Por favor.
A Judit de la Rosa, por ayudarme con el diagnóstico del personaje.
A MAD, por confiarme su historia.
El sol de media mañana
me golpeaba de lleno la espalda trazando un halo delgado en mi hombro
izquierdo, pero aun así no entraba en calor. Sentía continuos escalofríos por
todo el cuerpo, especialmente en el pecho y la espalda. Allí, junto con algunos
de mis compañeros de trabajo miraba incrédula lo que había sucedido. Yo mantenía
mi mano izquierda apretada en un puño y contra mi boca, con los ojos llorosos y moviendo la
cabeza. Me negaba a creer lo que había sucedido. Hace apenas quince minutos
estaba hablando con aquel chico extraño en su habitación. Él me contaba cosas
tan extraordinarias que ahora me es imposible discernir hasta qué punto decía
la verdad.
Cuando entré a
tomar nota de su estado y darle el alta, inició su presentación aclarándome que
él estaba perfectamente y que él sólo había venido a visitarme.
- ¡Ah, muy bien! –
le dije sonriendo - ¿Me conoces de algo?
- No, realmente no.
Pero te vi y me caíste bien, así que me dije… “me voy a poner donde me pueda
ver y, ya de paso, le cuento algo” – me respondió guiñándome un ojo. No pude evitar sonreír.
Era un chico joven,
que no completaría los 15 años. Flaco, un poco alto para su edad. De pelo castaño
y ojos verdes, muy pequeños, enmarcados bajo unas cejas muy finas y poco
pobladas.
- ¿Cuántos años
tienes?- pregunté posando el bolígrafo en la casilla que correspondía a la edad
del paciente.
- Ptt… ni idea-
contestó con indiferencia.
- ¿Quién es tu médico?-
Pregunté
- Mmmmm ¿Pudieras
ser tú?
- Vamos a ver ¿quién
te trajo aquí?
- Vine yo solo, por
mi cuenta, porque quería verte y hablar contigo.
Me quedé en
silencio pensando qué debía hacer. Decidí llamar a recepción para que me
pusieran al tanto de la situación de este paciente. Cuando iba a tomar el
auricular del teléfono, me sujetó la mano y me dijo en tono muy dulce:
- Por favor, no
llames a nadie. Siéntate un momento, y te contaré lo que quieras.
Me senté en el
bordillo de la cama sobre la que estaba sentado. Apoyaba su espalda en la
almohada que había colocado contra la cabecera.
- Dime ¿Algún
accidente o lesión importante? –Proseguí con mi cuestionario.
Se quedó pensativo,
con su cara recostada sobre sus huesudas manos. Era increíble la blancura de su
piel. Tras unos segundos me respondió:
- Si te lo cuento, ¿Me
creerías? – Preguntó ladeando la cabeza.
- Cuéntame primero,
luego te diré lo que pienso.
- Pues, mira.
Cuando tenía unos cinco años, recuerdo que hubo una tormenta impresionante. Yo
estaba parado en la puerta del balcón de mi casa viendo la lluvia caer. De
repente ¡¡Zasssss!! Cayó un rayo a sólo dos metros de donde yo estaba parado. ¡¡Qué
bonito era!! Impresionante. Un destello azul limpio en forma de línea recta, de
un centímetro de grosor, si acaso. Me dejó ciego un par de minutos ¡Y sordo!
Claro el estruendo fue increíble. Los vecinos salieron todos a ver qué había
sucedido. No se explicaban como yo sólo había tenido efectos momentáneos,
aquello era para no haberlo contado. Luego empezaron a especular con “sus
ciencias”. Que si yo había creado un puente magnético y eso lo atrajo hasta mí,
que si los niños no deben pararse en las puertas cuando llueve, que si yo
llevaba algún objeto metálico conmigo, y eso junto con el arco de la puerta
llamó al rayo… ¡Puf! En fin, gente de pueblo que no entiende que esas cosas le
pasan a cualquiera y no tienen mayor importancia. Ya sabes. – Terminó de explicarme.
- ¿Pero ves y oyes
bien? – Pregunté
- ¡Claro! ¿No
estamos hablando tú y yo? Además, estoy aquí porque “te vi” ¿No? ¡Qué ojos
tienes, guapa!
Este chiquillo se estaba
ganando mi simpatía a base de piropos. En algún momento me sentí un poco
avergonzada y me pregunté si no estaría yo intimando con él, más que rellenando
su formulario de entrada al hospital.
- Muy bien, majo –
le dije – ¿O sea que de esa lesión no te han quedado secuelas? – tomé nota, brevemente, de lo que me
describió. - ¿Duermes bien? – Proseguí.
- Depende –
Respondió escuetamente.
- ¿De? – Pregunté
imitando su aire misterioso al hablar.
- De qué día sea.
- No entiendo.
- A ver cómo te lo
explico. Mira, en los días en que se acerca el cambio de fase lunar, como que
me cuesta “dormir de verdad”. No sé por qué, pero sueño mucho y son sueños muy
dinámicos. Estoy corriendo de un lado para otro sin alcanzar lo que busco, o
resolviendo enigmas, o preguntando cosas sin obtener la respuesta y mientras más
me niegan la respuesta más me empeño en saberla. Es realmente agotador. Pero,
pero, pero, mi querida… ¿Cómo te llamas?
- Mari
- Pero, mi querida
Mari, la cosa va a peor cuando se acerca el cambio a luna llena.
En ese momento no
me pude controlar y dejé escapar una carcajada. Se apresuró a aclararme:
- ¡No! No vayas a pensar
que me convierto en hombre lobo ni nada por el estilo. ¡Aúuuuuuuuuufff!! Qué más
quisiera yo…
Él se quedó mirándome
fijamente hasta contagiarse de mi risa. Entonces, también sonrió y vi que le
faltaban dos dientes frontales en el carrillo superior. Un tanto tímido, desvió
la mirada y se cubrió la boca.
- ¿Cómo perdiste
esos dientes? – quise saber
- No lo recuerdo –
contestó – Pero tampoco tiene importancia. Entre sonrisas me dijo – Mejor así.
Los “científicos” de mi pueblo dicen que si al morir te faltan dientes, volverás
a por ellos. Bueno, volviendo a lo de los sueños, que cuando se acerca el cambio a luna llena los
sueños me duran toda la fase. Y es como si no durmiera.
- Entiendo – dije.
Se hizo un breve silencio y luego me dijo
- ¿Te importaría
abrirme la ventana? Aquí hace mucho calor.
- Vale ¿Pero no
intentarás saltar al vacío? – Le pregunté
- Noooooooo. En
todo caso saldré volando. Es más divertido. Mira, igual me rompí los dientes
estampándome contra un árbol en los primeros intentos de volar. – y estalló en
una risa incontrolada.
Me acerqué al
ventanal y desplacé una de las hojas corredizas de la ventana. El aire que
entraba, aligeraba la tensión que existía al principio de nuestro encuentro y
me fui sintiendo a gusto con él. Pocas veces teníamos en el psiquiátrico
enfermos con un carácter tan tranquilo y que mantuviera el hilo de una
conversación. No. Definitivamente, este chico no era uno más del montón.
- Oye, no me has
dicho tu nombre.
- Khalil. Fíjate,
qué curioso. Khalil y Mari.
- Mucho gusto. Por
qué te resulta curiosa la coincidencia de nuestros nombres. – dije sintiendo
que me subían los colores a la cara. Era pícaro este jovencito.
- ¿Te gusta la
literatura? – No me dejó responder cuando agregó – Gibran tenía una “amiga
especial” a la que vio sólo una vez en su vida. Se llamaba Mari.
- ¿Crees que no nos
volveremos a ver? ¿Es eso lo que me quieres decir?-En ese momento dudé en si
había actuado bien al abrir la ventana. Pero pensé que su cuadro psiquiátrico
no se correspondía con el de suicidio y, sinceramente, no veía en él razón para
preocuparme.
- Bueno. Eso va a
depender de si me haces caso o no. Por eso he venido a hablar contigo. Creo que
eres especial, una persona muy sensible, sensitiva y sensata.
En ese momento, su profunda
mirada se enfrentó a la mía. La expresión de su rostro se había tornado muy
seria. Yo no supe si llamar a algún compañero o simplemente dejarle seguir
navegando en sus ideas extrañas y que me arrastrara con él hasta su mundo
abisal.
- Mari, te estoy
hablando – llamó a mi atención- Lo que te voy a contar no es tontería. Tengo la
facultad de presentir los terremotos.
Al escucharle exhalé
con fuerzas. Por un momento pensé que intentaría golpearme o agredirme de
alguna manera.
- Anoche observé
que las hojas de los árboles no se están moviendo dentro de su ciclo normal. Si
te fijas, verás que al soplar la brisa, las hojas se mueven, pero no así sus nervaduras ni las ramas sobre las
que penden.
En ese momento solté
la tablilla y el bolígrafo. Los dejé a un lado de la cama y me giré hacia él
completamente, fingiendo que le ponía el máximo de atención.
- Y parece que “éste”
será importante. He visto que las hojas que han caído al suelo, tampoco se
mueven cuando les sopla el viento. Parece como si estuvieran adheridas al terreno.
Si te digo la verdad… no creo que tarde mucho en moverse la tierra. ¿Me
prometes que andarás con cuidado? ¿Me prometes que estarás atenta y te pondrás
a salvo?
- Pues no lo sé.
Nunca he vivido esa experiencia – vi que su carita diminuta se entristecía, por
lo que decidí dar un giro a mi respuesta y seguirle el hilo. Necesitaba acabar
con esta situación inmediatamente. – Bueno, confío en ser ágil llegado el
momento.
- ¡Eso es! Tú,
desde que oigas el zumbido, sal corriendo al exterior… y tranquila, todo estará
bien. ¿Me traes agua? De tanto hablar se me ha secado la boca–
Me dijo cambiando de tema bruscamente.
No le respondí. Me
levanté y me fui hasta la cocina de la planta. Tomé un vaso de plástico y lo
llené con agua. Miré por la ventana y todo el paisaje me parecía una pintura
impresionista. Me quedé mirando al infinito y sentí que me petrificaba. Súbitamente
percibí un extraño rumor. Parecía el rugido de un animal furioso, violento y
despiadado…
-¡¡Corred!! – Grité
mientras atravesaba los pasillos a toda prisa - ¡Salid todos del
edificio!! ¡¡Corred!! - Fui hasta el dormitorio de
Khalil, pero no estaba en su cama. Bajé las escaleras a toda prisa y salí a
descubierto.
En menos de 10
segundos, aquel enorme edificio blanco y de grandes cristaleras se había
desplomado, reducido a escombros. Habíamos salvado la vida casi de milagro. Allí
estaba yo, con la mirada incrédula cuando oí que alguien me llamaba entre
sollozos sacándome de mi abstracción.
- ¿Mari?
Era la
recepcionista del hospital. Me abrazó y dijo:
- Gracias, Mari. Si
no hubiese sido por ti ¿Dónde estaríamos ahora? ¿Cómo te has dado cuenta tan
pronto?- Preguntó con la voz desafinada por el llanto.
- No. No he sido
yo. Ha sido Khalil, el paciente que ingresó esta mañana.
En un santiamén dejó
de llorar. Me miró fijamente y me
dijo:
- ¿Khalil? No hemos
ingresado ningún paciente con ese nombre. Tttt – tttt- tttt- negó con la cabeza
- Hoy tampoco hemos ingresado ningún paciente. ¿Khalil? – Dijo toqueteándose
alternativamente la frente como queriendo cazar los recuerdos- El último
paciente que tuvimos con ese nombre fue hace 7 años. Un adolescente esquizofrénico
y murió estando ingresado. Se suicidó saltando por la ventana. Mira si fue
extraña su muerte que se dio un buen golpe contra el asfalto pero no se hizo
herida ni sangró… si acaso un fuerte golpe en la boca. Eso me dijeron.
Enfermé como hacía tiempo que no lo hacía. Llamaron a Samur para que me asistieran y se negaron a darme el servicio. Me diagnosticaron por teléfono: "Es muy joven, que se tome una Coca-Cola y que vaya al Centro de Salud más cercano". Fin del diagnósitco.
Una de dos: O Coca-Cola le paga a ellos, o me debe pagar a mí por hacerles publicidad.
Días después, vi su ambulancia parada en medio de un alboroto y sin saber por qué. No había paciente, pero sí muchos ATS. Ninguna Coca-Cola a mano.
Previa consulta de pago (de mi bolsillo, no quiero ná con la S.S.), se supo que era gastroenteritis. "Toma mucha sopa", me dijo el médico. Así que fui al Súper y me compré un preparado de vegetales para sopa. Traía este tubérculo de la foto. No sé qué es. Pasé su foto por mail a todos mis amigos para desenmascarar al desconocido y nadie me contestó. A mi riesgo lo eché en el brebaje curativo a base de pollo. Creo adivinar que es rábano. Sigo sin tener respuesta oficial de mis amigos.
Para terminar con mis males, decidí darme una dosis de azúcar, necesito un helado. Al salir del Metro encuentro esta papelera humeando. Humea que humea. Un transeúnte, que sean dos. Nadie se detiene a ver qué pasa. Nadie llama a nadie (si total para qué). La señorita de mantenimiento urbano hojea sin ojear un periódico de distribución gratuita al lado de la papelera incendiada. Yo paso por el lado, le hago la foto y sigo mi camino. Quiero un helado. Por mí, puede arder Roma... ¡Porta mí!
No es que seamos unas oportunistas. Es que esta mañana hemos pasado por una tienda Mac y hemos visto que las filas dan la vuelta a la manzana. Mire usted qué ironía. Así que para echarle un cable tecnológico y aprovechar la brecha de mercado, en el Reino de Nooritania hemos desarrollado un dispositivo de tecnología punta - de esas que llaman renovables- que supera con creces las expectativas creadas por la "tal" tableta aquella - que evidentemente no es de chocolate, puesto que en vez de calmar, crea ansiedad- Un dispositivo que ya se ha probado en el mercado y ha dejado muy contento a nuestro público...
No sé por qué, pero creo que esto es un éxito rotundo... Estamos esperando la llamada de Bill Gates para que nos compre la idea, la planta y las unidades que tenemos en stock... un mangú colectivo sería la mejor idea. En el Reino de Nooritania estamos muy orgullosas de la gran innovación tecnológica que hemos conseguido con vistas a preservar el medio ambiente, todos los circuitos internos y la carcaza son completamente biodegradables sin que represente una amenaza para el medio ambiente...
En aquellos tiempos, Azhara, considerada por los de su comarca un ser traído desde la luz, se trazó un destino. Inventaría un juego que le ayudara a desplegar sus virtudes de manera inocente y, así, acaparar la atención de él. Y de este modo, antes de que la leyenda egipcia llegara a su tierra, y se proclamara al Elegido, decidió dejar sus huellas por los caminos que luego él recorrería. Una madrugada, saltó desde la orilla y se adentró en el mar caminando sobre las aguas. Marcando sus pisadas sobre las olas, allí dejaba en evidencia su paso y sus intenciones.
Él, Amir-Anîs, se sabía querido por los suyos y sus súbditos. Se lanzó a la mar en busca de aventuras y un espíritu diáfano. Blandió sus remos y al cruzar la quinta ola, el corazón se le llenó de una temerosa emoción y una hermosa confusión. Entonces creyó haber entendido. Y sopló besos al viento que venía del Sur y le encargó que se los llevaran a ella. Pero primero tendrían que venir las tormentas y éstos perdieron su rumbo y se hundieron antes de llegar a puerto. Amir-Anîs naufragó en una isla lejana y colmada de desconocimiento.
Azhara pensó que él no había visto sus huellas en el agua e ideó una nueva estrategia. Se adentró bailando en el bosque y eligió los troncos más hermosos que encontró. Les contó, despacio y bajito, todos sus sueños y secretos y les imploró, por favor, que le llevaran su canción allí donde él estuviera. Les pidió perdón por lo que haría y les aseguró que esa era su misión. Con ellos hizo una hoguera y procuró que el humo subiera tan alto que él lo pudiera ver.
Amir-Anîs, lejos y perdido, imploraba al cielo una señal, algo que le devolviera la esperanza, y a ella. Pero no vio más que nubes negras flotando encima de la bruma formada por el agua de mar. ¿Qué habrá hecho con los besos que le envié? Agachó su cabeza y la hundió entre sus rodillas. El viento, enfurecido, le azotó las mejillas. ¡Necio! Le susurró al oído. ¿Acaso no entiendes que ganar o perder es vencer a medias? Más aun cuando las dos partes enfrentadas conforman la unidad. Dime, ¿Qué das en ofrenda cuando tus manos están vacías? Amir-Anîs se dejó caer sobre el suelo y se abandonó al llanto. Las nubes negras llegaron hasta su isla y estallaron en ira sobre su cabeza ¿Por qué nos ignoras? Y se dejaron llover. La lluvia se mezclaba con sus lágrimas y éstas a la vez, empapaban la tierra sobre la que Amir-Anîs se había entregado al dolor.
Las nubes y el viento, impotentes ante la situación, dieron por finalizada su tarea. Se marcharon cediéndole paso al sol. De la tierra sobre la que él se había lamentado brotaron las primeras ramas, los primeros tallos y luego los troncos más hermosos. Amir-Anîs se levantó alegre, impulsado por el ritmo de una nueva danza en su corazón. Una extraña canción le acunaba la vida y sentía su espíritu inundarse de luz. Ahora era su momento. Le tocaba a él dar el próximo paso. Con los troncos hizo una barca y atravesó los mares. Antes de llegar a puerto encontró los besos hundidos. Les pidió perdón por lo que les había hecho y los guardó cerca del fuego que ardía en su pecho. Sonriendo les aseguró que juntos tenían una misión.
Cuentan, que por
ese entonces, el Universo y el Destino pactaron un juego con la naturaleza. Y dicen
que, por eso, cada vez que la naturaleza se manifiesta a través de cualquiera de sus fenómenos, está tratando
de unir a aquellos seres que se buscan desde la luz del entendimiento, los
sueños y el perdón.
Y este es el invento de la amistad. Como ya es costumbre, buena costumbre que se hace esperar, un nuevo fin de semana que hemos quedado para comer en casita y luego degustar una buena película. Porque nos gusta el cine y lo disfrutamos tanto como la sobremesa y las conversaciones sobre libros, publicaciones recientes y los clásicos. Noor, sobre mi regazo, para variar, pregunta por Bécquer. Que no es Gustavo Adolfo, es sólo Bécquer, quien de vez en vez, también nos honra con su presencia y alegría perruna.
Te pongo el café, que se enfría, ¿Vale? ¿Qué tanto? Tú echa, que mucho café nunca es suficiente. A propo, llevo dos semanas a sopa de pollo, con esto de que la gripe de este año viene con gastroenteritis de serie... no veas cómo he estado. Y perdona que por eso he tenido que cancelar la salida al campo. Nunú se ha quedado con las ganas de pasear. No te preocupes, total, con lo loco que está este tiempo. Ya ves, ayer en manga corta y ya hoy abrigados hasta las cejas. Estoy leyendo un libro de Sandor Marai ¿Le conoces? Húngaro. Muy bueno, luego te cuento de qué va. Oye ¿Qué tal Anuska? No te he preguntado por ella. Esperando destino. En mayo es posible que ya sepamos algo. Yo, por si acaso, ya me estoy sacando el carnet de conducir. Suerte.
¿Leche? Para mí, poquita. Olvidé decirte, anoche vi Rango, me acordé mucho de ti. Una lagartija teatrera preparando la representación de un drama, me recuerda cuando te pones a escenificar y a doblar pelis a tu estilo. ¿Ah, sí? ¿La tienes por ahí? ¿VOS? ¿Me la dejas? Sí, claro, Johnny Deep ha hecho una buena actuación de doblaje. Es fenomenal... uno de los bichitos que sale, es clavá a Nunú... ¡Tan dulce! ¿No has pensado hacer un doblaje algún día? Se te da bien...
¿Azúcar? Mmm... Sí. Estos terrones me recuerdan a Kieslowski. Para su película Rojo estuvo haciendo pruebas con diferentes tipos de terrones. Quería uno que absorbiera el café a una velocidad determinada para que se adaptara a la escena.. y tenían que impregnarse de una forma muy específica... ¿Te importaría que buscáramos esa escena para que la veamos en detalle? No, no me importaría, pero la copia que tenía, alguien se la llevó a Salamanca por error y hasta el sol de hoy... Esa era la película en la que el vecino abandona al perro... no. La chica sube a un barco que luego encalla... y el perro del vecino... que la última escena coincide con la foto de la publicidad... en fin. De la trilogía ¿Cuál te gustó más? Azul me pareció muy triste y Blanco... pufff... ese argumento, no sé.
Estas galletas tienen un toque de naranja, con el café van perfectas. ¿Te conté que quiero experimentar con métodos rudimentarios, prácticamente infantiles, de colorear fotografías? No te puedo decir, exactamente, en qué consiste. Le estoy dando vueltas a nuevas presentaciones. Estoy un poco cansada de lo mismo... ¿Me dejas hacerte la foto con fines exclusivamente didácticos? ¿Me la dejarías luego? ¡Claro! Faltaba más... algo así como Margaritas en el Café ¿Qué te parece? Guay. Oye, Noor, ¿Te importaría bajarte, reina mía? Me tienes el brazo adormecido.
¿Qué peli trajiste? The Haunting. Robert Wise, 1963. Excelente.
La culpa es de mi madre. Me llama para contarme que esa mañana se haría unos estudios de la vista porque últimamente se siente mareada y con dolor de cabeza. Luego me cuenta que cuando regrese del médico le van a preparar unas habichuelas con dulce. Error... ella por haberlo dicho y yo por haberlo escuchado... ¡¡Habichuelitas con dulce!! Ahí tenía el eco retumbando entre el cerebro y el oído... elas, elas,elas... ulce, ulce, ulce...
¡Ay, pero como que me llamo Tania me las voy a preparar! Mi madre alarmada pone el grito al cielo y me recuerda a modo de pregunta Pero ¿Tú no tienes gastroenteritis? a lo que respondo ¡¡Aunque me vaya por el retrete, esas habichuelitas van!! Pero tú no sabes hacerlas, argumenta tratando de persuadirme. ¡Internet lo sabe todo, mamá! No me extiendo más. Ya sabéis que las hice. Ahora os contaré cómo una caraja loca, como yo, montó un tinglao en un plisplás con productos exóticos, en tierra exótica para un postre no tan exótico. Ya sabéis: Son habichuelas.
No voy a hacer lo tradicional... receta de ingredientes y luego la preparación y el bla, bla, bla. Me levanté el viernes en la mañana busqué la receta en un blog de cocina dominicana y me fui a una tiendecita de alimentación latina: -Doña ¿Uté tiene leche evaporada? ¡Anda y encima Carnation!, chévere.... ¿Leche de coco? bien. Galleticas de esas especiales con una crucecita... no, eso no... ¿verdad? En su país eso no es tradición. ¿Cuánto e'? Gracias.
Justo al lado, en la galería de alimentación, busqué un puesto de frutas y verduras. ¡Deme una batatica! ¿Seguro que no es boniato? Ah, es batata, que pese como medio kilo, o por ahi... ¡anjá!
Deja ver... en Cuatro Caminos, fijo que aparecen las galleticas. Metro a la vista. Cojo pa' llá. Calle Juan Pantoja... mira ¿Las galleti...? Míralas ahí. Me respondió sin que terminara mi pregunta. ¡¡Ay, mamá!! Y de las Guarina ¡¡Esto es vida!!
Ya por la tarde, llegué a mi casa, cogí medio kilo de habichuelas rojas del Alcampo (es decir, cualquiera vale) y las puse en remojo hasta la mañana siguiente. Entonces me volví a levantar (porque ya era otro día), las lavé bien y las puse a hervir a fuego lentísimo... porque me dijeron por ahí, que así se le sacan todos los gases y evitamos "accidentes". Y así lo hice. Las dejé enfriar, que se tomen su tiempo, no hay prisa para una "jartura" como la que pensaba darme por ser Tiempo Santo.
Ya por la noche, cogí las habichuelas hervidas y las licué junto con un 50% más de su volumen del agua en la que hirvieron. Las pasé por el colador y las volví a meter en la olla junto con la leche de coco y la mitad de la leche evaporada. ¡¡Fuego lento con ellas de nuevo!!
Cuando empezaron a hervir, le eché lo que quedaba de la leche evaporada y medio litro de leche de vaca. Dos tazas de azúcar (la receta original decía que una, pero esto es habichuelas con DULCE), un chin de sal, una balsa de canela en rama y todos los clavos dulce que se me cruzaron por medio (unos 17-18 más o menos), pasa, también toda la que quiera, un chin de mantequilla y la batatica, que resultó ser un boniato difrazao... Aunque dio el mismo resultado. Una ralladurita de limón no viene mal para quitar el amarguito que deja, inocentemente, la leche de coco.
En este momento, es muy, pero que muy importante abrir la ventana de la cocina, así se liberarán los vapores de la canela y los clavos dulces y los vecinos se morirán de envidia y empezarán a babear. Pero como esto es Europa, no te van a preguntar qué estás haciendo ni van a venir a pedirte... y se dormirán con el aroma dulzón y la incógnita de qué carah... está inventando la "mardita loca" del segundo izquierda.
Bueno, que como es a fuego lento, hay que mover y mover y mover... para que no se pegue y tenga usted un concón de habichuelas con dulce. Mover y mover y mover... pero dejando que hierva con furor de cuando en cuan... que de lo contrario la cosa como que no se emociona.
Deje enfriar a temperatura ambiente y luego coloque la mega paila dentro de la nevera hasta que esté fresquito (yo tuve que retirar una de las baldas para que entrara la olla). Usted sabrá si le echa las galletas desde que estén listas. A mí me gusta ponerlas justo antes de tomarme este manjar, tan típico en Cuaresma, para que queden crocantes.
Y ahora, parodiando la vieja publicidad aquella me despido diciendo:
El Reino de Nooritania presenta: Las habichuelas con dulce más sabrosas...
No encontré el anuncio antiguo, pero sí este que debe ser muy reciente y es de la misma casa comercial... ¡¡Y describe lo que os acabo de contar a la perfección!! para que veáis que la distancia no es el olvido :=) ¡¡Os juro que no lo había visto hasta que terminé de escribir!!
Nota al cierre de la edición: Mi madre llamó preocupada para saber cómo seguía mi salud después de haberme "atimoneado" todo aquello (¡Que noooooo! que compartí más de la mitad con otras amigas compatriotas) ¡¡Estoy Bien!! El truco está, tal y como os dije, en hervirlas despacio para la liberación de los gases... ¡¡Jejé!! Y en tener un estómago a prueba de dinamita...