martes, 16 de noviembre de 2010

Viento que se cuela


Me parece que hoy voy a tener un día movidito.  Conforme ha ido subiendo el sol, esto empieza a tomar fuerza. Como sabréis, nosotros los vientos, por más que queramos, no podemos andar por libre. No nos queda más remedio que unirnos al ánimo de los demás. Así que nada. Si no se puede ir en contra, lo mejor es unirse y aportar fuerza. 
Hoy, por ejemplo, estamos apoyando a un viento huracanado que viene del sur. Yo por mi parte, ya he tumbado un par de macetas, e incluso me di el gusto de robarme alguna toalla desgastada de un tendedero. Su dueña, lejos de lamentarse, debería agradecerme que le haya despojado de semejante trapo. Me costó más tumbarla por la cantidad de agujeros que tenía… vamos, me colaba por todas partes. ¡Ah! También he aprovechado este “huracamiento” para hacer un par de travesuras. Hace un rato, cogí un pedazo de cartón que encontré en una cuneta, lo puse a volar como loco, lo estrellé contra el cristal de un coche en marcha – teníais que haber visto la cara de la conductora, je jé, ¡qué tonta! – y luego lo hice resbalar por todo el techo del coche y al final lo metí entre el guarda barros y la rueda trasera derecha.  ¡¡Ahí te quedas, hermosa!! Con tu grandioso  Mercedes y tu cartoncito de adorno. Otra diablurilla que hice temprano, fue colarme por debajo de una falda ancha. Si la chica no hubiese sido hábil y se la sujeta a tiempo, la pongo como Marilyn Monroe a primeras horas del día. No logré lo que quería, pero se llevó un buen susto. Lo sé por el olor a adrenalina que echó. De hecho, todavía llevo un poco de ese olor encima.
Conforme va avanzando la mañana, ya la cosa se vuelve un poco más aburrida. La gente ya sabe lo que hay, entonces toma medidas. Las ventanas cerradas, todo lo que pueda salir volando está guardado y las personas que son más propensa a tener accidentes por la racha de viento no sale. En fin. Pienso ponerme de acuerdo con un par de vientos locos que andan por aquí cerca, a ver si nos metemos entre dos coches y les damos un buen remeneo, esto de estar tumbando hojas todo el día no me llena mucho. O no sé si mejor nos vamos al aeropuerto y le damos un par de remeneos a los aviones que van  a aterrizar ¡¡Me encanta ve las caras de los pasajeros cuando se ladea el avión, aunque sea sólo un poco, y ya están casi tocando tierra! Sobre todo las señoras mayores, empiezan a santiguarse y a llamar a todos los santos.
¡Ole! Un cartel a punto de caerse. ¡Ese lo tumbo yo!, Si total, está más en el suelo que en su soporte. ¡A ver si logro que me lo reconozcan!  ¿Qué dice? Sede del Partido… de España. Seguro que salgo en las noticias.  Pero esta misión necesita ser hecha con cuidado, no vaya yo a lastimar a ningún transeúnte. Hacerle daño a una persona con un cartel de política es redundar. Yo lo que quiero es que digan que ha caído el partido este. ¡Vamos allá! Subida a toda pastilla, media vuelta, otra vuelta, requete vuelta y… ¡Al suelo! ¡Ja já! ¡Ahí está! En el pavimento y bien roto. Me encanta cómo ha quedado la foto del candidato. Ahora le falta un diente. A ver quién va a votar por tu sonrisa del millón, “casi guapo”.
Definitivamente, en la ciudad se puede causar más estragos. Hay más protagonismo. En los campos, estaríamos moviendo pasto y lejos de los matices de colores que puedas observar mientras te desplazas, poca cosa nueva puedes ver. A estas horas, por ejemplo, sería aburridísimo. En los campos al medio día, todo el mundo está en sus casas. Mientras que aquí, como todos trabajan fuera, hay movimiento de gente y te puedes entretener quitando sombreros, invirtiéndole las varillas a un paraguas, empujando a los niños que salen del colegio o despeinando a las señoras. Esto último, particularmente, me encanta. No sé por qué siempre gritan la misma tontería ¡Oh, no! Justo hoy que he ido a la peluquería. ¡Bah! Si a mi me da igual despeinarlas el día de la peluquería, el anterior o el día después. Yo lo que quiero es dejarlas en evidencia.  Si una persona es guapa despeinada, es guapa siempre. Digamos que, después de un fuerte ventarrón es que se sabe quién es quién. ¿Cierto o no?
¡Puff! Aquí vamos. A una zona de casas individuales. Esto sí que me aburre. Por aquí, todos encerrados siempre. Haya o no haya vientos. Cada uno a su vida. Yo prefiero los bloques residenciales. Especialmente si tienen patio interior. Esos son divertidísimos. A ver si apuramos un poco el vuelo y nos acercamos a uno de esos. Ahora mismo que ya es el horario de las novelas, sería interesante estar por allí. Te cuelas en una casa, coges el cotilleo de una familia y lo pasas a la casa siguiente y así vas encadenando de vecino a vecino y al final les oyes que se están diciendo cosas unos a otros “porque te oí”. Sinceramente, aunque no pueda ser independiente, prefiero este oficio al que tienen esos aires que salen de las personas insultantes. Es que esos aires, hay algunos que, incluso, huelen fatal. Pobrecitos míos, yo sé que no es culpa suya y que es la suerte que les ha tocado. Si les sirve de consuelo, les diré que una vez que la persona los  haya echado fuera, cualquiera de nosotros pasa a recogerlos y lo integra “a la gran fuerza” que somos y así se purifican… corriendo de un lado para el otro y haciendo travesurillas.
¡Ay! ¿Qué pasa? Nos estamos moviendo más rápido… ¿Y ahora? ¿Y este cambio de dirección inesperado? ¡No! Para allá no. No me gustan los polígonos industriales. Son como “el barrio perdido” de los aires. Los ves a todos grises, lentos, mermados… como si se hubiesen metido algo en el cuerpo.  ¡Hala! Un cristal roto. Pues mira, no pensé que fuera a ser tan divertido. ¿Y qué hacemos adentro de esta factoría? ¡Ay, no! Sáquenme de aquí. Chicos, vámonos, esto no me gusta nada… Esto de andar metido en medio de todo este café… Mmm, ¡Qué bien huele! Pero mejor vámonos. Esto está cada vez más oscuro y es que ya no siento que apenas nos estemos moviendo ¡Ay! ¿por qué se cae el café? ¿Y por qué me caigo yo con él? ¿y el resto de los vientos? ¿Dónde estoy? ¡Esto es una bolsa de café! ¡Sáquenme de aquí! ¡Sáquenme…  que esto se cierra al vacío!
Fssssssssst. ¡Zip! ¡Click!
(Espero resucitar cuando me cuelen)
 

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