domingo, 27 de diciembre de 2009

26:00 hrs, Caos y desinformación




Siempre que escuchaba hablar de la nieve, me imaginaba lo divertido que debía ser poder jugar en ella, haciendo bombas de nieve para disparar a las demás personas cercanas. Lo que nunca imaginé es que la nieve pudiera jugar conmigo. La pasada semana que inició el día 20 de diciembre, varios países de Europa se vieron afectados por el temporal de nieve. España e Italia eran dos de los cuatro países más afectados. Curiosamente, el destino me puso en "jaque" en plena víspera navideña a la vez que me demostraba que no sólo mi pequeña media isla tiene carencias/deficiencias para reaccionar en situaciones de emergencia. Bien, aquí va mi historia personal e intransferible, como propiamente deben ser los billetes aéreos.
Después de haber pasado un maravilloso fin de semana en casa de unos amigos en Italia, debía volver a España en un vuelo Milán-Madrid, con salida en el aeropuerto de Linate a las 16:55 hrs. Desde primeras horas del día ya se sabía (todos menos yo) que el aeropuerto de Madrid estaba cerrado por neblina. En la tarde ya nevaba en Milán… ¡Caía una buena! Pero no como la que me iba a caer a mí. Llegué a eso de las 15:30 para el check-in donde me confirmaron que mi vuelo estaba en “orden”. ¡¡Je-jé!! Amárrense los cinturones que esto va pa’ largo. Me despedí de mis amigo y pasé la puerta de control a las 16:15 hrs. Lo primero es que después de mucho esperar sin tener ninguna explicación, a eso de las 18:45 hrs nos reportaron, vía pantalla informativa, que nuestra puerta de salida había sido cambiada al piso inferior… al llegar a la puerta señalada, la nieve ya alcanzaba los 10 cms de altura en la pista y, además, todas las autopistas de Milán estaban atascadas. Los amigos que me habían llevado al aeropuerto viven a unos 15 minutos del mencionado aeropuerto, y aún no había llegado a su casa. Minutos más tarde, un autómata se presentó como representante de la compañía para decirnos que el vuelo no salía por las condiciones meteorológicas ¡¡vaya novedad!! Nada más. No hay más información. Si quieren cambiar el billete llamen al teléfono X y allí les darán información o haga la fila para que le cambien el billete... el número X no responde y la fila es de aproximadamente 4 horas de duración (¿no han sido capaces de prever la situación y habilitar más ventanillas para el cambio de billetes? ¡Está nevando desde primeras horas de la tarde y sólo hay tres persoas para hacerle el cambio a más de dos mil personas!) Finalmente a las 22:30 me habían asignado nuevo vuelo a las 7:30 hrs del día siguiente… ¡Ole! Me toca amanecer en el aeropuerto… Mis amigos apenas acaban de llegar a casa y ya la nieve alcanza unos 25 centímetros de altura en todas las pistas de Milán. No hay taxis en el aeropuerto y además, debo presentarme para el nuevo check-in a las 06:00 hrs, con el mismo billete del día anterior, rayajeado con un número puesto a mano, porque ni siquiera era merecedora de que me dieran un nuevo impreso. Y así amanecimos cientos, miles de personas. Sentados en los sillones de espera, tirados en el suelo sobre periódicos, otros sentados en los mostradores de las líneas aéreas. Nadie pasó con bebidas calientes, ni con mantas. Nadie. “Protezione Civile” se hizo presente con unas 30 camas plegables para los tantos miles que allí estábamos… ¡¡magnífico!! Por fin alguien hace algo y lo hace "bien". Algunos de los ancianos y de los minusválidos allí presentes no fueron privilegiados en la asignación de las camillas. Aunque la situación fue comunicada a la policía de turno… “no podemos hacer nada” fue la respuesta… Así está el Berlusca en cama y con la cara hecha un cuadro… porque nadie puede hacer nada.
A las 5:00 hrs del día 22 decido ponerme en marcha nuevamente… me voy a uno de los baños, me preparo para un desayuno “sustancioso” pagado de mi bolsillo para aguantar la jornada… a las 5:30 hrs me acerco a la zona "A", donde debo presentarme con mi billete “decorado” y mi pasaporte de isleña y ¡oh, sorpresa! “Tutti gli voli cancelatti, il aeroporto è chiuso*” eso en “panini” es el equivalente a “se j... esta vaina de nuevo”… ¿y ahora?? ¿¿Pero si no nieva desde anoche??… No hay más información. Si quieren cambiar el billete llamen al teléfono X (vuelvan a leer la parte central del segundo párrafo… es la misma historia) ya se me estaba calentando la sangre ¿y ahora? ¿¿Y si me quedo aquí?? ($%&!”!!¿?) ¿¿Y si no llego a tiempo para la cena de Navidad?? ¡¡Ay!! Los niños de San Ildefonso dentro de nada cantan “el gordo” y yo aquí…. ¿y si me gano el premio y yo tan lejos??… na’… A hacer fila de nuevo… a las 10:15 hrs oigo que avisan algo en “tortelini” a lo que logro identificar las palabras “Madrid” y “check-in”… Salí corriendo en “bola de humo” hacia el mostrador de la zona "A" y nadie sabía si sí o si no… al final me acerqué a una doña de unos 75 años (que yo creía que era española porque llevaba una bolsa de una cadena de supermercados españoles) y que me dio a entender por señas que sí, que finalmente mi vuelo salía…. Al preguntar por el último de la fila nadie levantó la mano. Aquí me ayudó el caos, el no saber el idioma o simplemente “el morro” que le eché a la situación. No sé cómo, pero fui la segunda en registrarme en un vuelo que no me pertenecía (al llegar al mostrador vi que la referencia de mi vuelo no coincidía con el inscrito en pantalla), que la señorita del “ground force” lo sabía y no dijo nada (¡¡Por fin un aliado en esta desgracia!!)… A la velocidad del rayo y antes de que nadie se me adelantara pasé por la zona de control (Oooooootra vez) y el arco detector de metales ahora pitaba ¡¡Y no llevo nada nuevo, no he salido del aeropuerto!! (sería los niveles de hierro en la sangre ¡Carajo!) En fin…
¡¡Tripulación, armen rampas!! Embarcamos a las 14:30 hrs… el avión entró en pista a las 16:30 hrs, cinco minutos más tarde escuchábamos cómo le lavaban la cabeza, le hacían rulos y le pasaban el secador de pelo al avión para que saliera bonito pa’ Madrid, sin nieve en la cabeza, la nariz ni en los sobacos… Despegamos a las 16:55 hrs. En ese momento podía haber reventado el planeta en confeti, ya todo me daba igual… Estaba camino a casa.
Sólo me queda decir que el vuelo fue bueno y que, curiosamente, en el mismo avión venían todos los pasajeros de mi vuelo original (del día 21) más los pasajeros de otros dos vuelos de los días 21 y 22 de diciembre. También decir que, por ley, las compañías aéreas no tienen obligación de pagar alojamiento, dieta ni desplazamientos a su pasajeros cuando las condiciones climáticas obligan a cancelar un vuelo. ¿¿Por qué hacer tres vuelos, si con sólo uno cobramos lo mismo y gastamos el 33% de combustible, salarios e impuestos??
A partir de ahora, cuando escuche “temporal de nieve” pondré más atención y procuraré quedarme en casa, con la nevera llena, tejiendo una bufanda o leyendo un buen libro y con Nunú por compañía.
¡¡He dicho!!

* Todos los vuelos cancelados, el aeropuerto está cerrado

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