miércoles, 18 de noviembre de 2009

Elefantes Lilas


A mis nueve años, me podían contar cualquier cosa y me la creería. A mis 35 años, también.
En 1985 se conmemoró el 40 aniversario de la desgracia de Hiroshima. Los medios de comunicación de todo el mundo se pusieron de acuerdo para refrescar en la memoria de la humanidad la magnitud de aquel fatídico día y de sus terribles consecuencias.

Por aquellos días, una de mis amiguitas me dijo que sobre nuestra ciudad caería una bomba atómica. Más de una semana estuve muy pendiente del espacio aéreo, tratando de localizar el Enola Gay y sus malas intenciones (no sé con qué fin, porque si fuese cierto, yo no sería físicamente capaz de correr más rápido que un avión). No comía... no dormía... el estómago hecho un sólo nudo, eso sí, un nudo "bien hecho" y la cabeza un hervidero de ideas fatídicas. Veía las escenas de desolación, el humo subiendo al cielo, la gente quejándose de dolor... Dante estaría contento con las escenas de mi mente.

Al pasar los días noté que en los medios de comunicación nadie hablaba sobre el inminete ataque bélico a mi ciudad, un pueblo muy pequeño situado en el centro de una isla del Caribe, que segurísimo que sería una amenaza militar para cualquier gran potencia mundial. Tampoco escuché que mis padres estuviesen preparando ningún plan de emergencia por si hubiese que cerrar la tienda el día del ataque. Así que me armé de valor y quise preguntar yo misma y enterarme de esa gran verdad. Fuera cual fuera la respuesta, la afrontaría con valor. Me acerqué a mi madre y le pedí que me confirmara el rumor:
-¿Quién te dijo eso?
- Mari - respondí-.
-¡¡¿Quién?!! ¿¿Pero es que tú no sabes que esa muchachita es una malcriada?? Me gritó (eso sí, me quedó clarito) ¡¡Váyase a hacer la tarea, carajo!! Bomba atómica ni bomba atómica... ¿Tú estás loca?
-¿Segura mami que no nos van a bombardear? - insistí... ¡¡Estaba convencida que eso sucedería!!
-¡¿Qué te acabo de decir?! ¡¿La tarea?!
-Ok, ok, mami... ya voy

Curiosamente, en ese momento mis hombros liberaron una carga de más de 3.214,32 kilos y se me antojó una taza de chocolate con galletas. Ya no me creería cualquier cosa que me dijeran las compañeras del colegio.

Años más tarde, durante el bachillerato, otra compañera me puso al tanto de que "En las noticias habían dicho que el país era propenso a sufir un gran terremoto y que lo más probable es que sucediese de noche, cuando todos estuviésemos durmiendo".-¿Un terremoto?...


Las bolas de nieve crecen hasta que alguien, o algo, hace que dejen de rodar.


¡¡He dicho!!

1 comentario:

  1. hola
    ya tu escribiste tu anecdota solo te puedo decir que el dia en que suceda un terremoto no te lo va a avisar y ademas cuando en este paisito han bombardeado solo lo han invadido 3 veces los yanquis pero despues de ahi nada mas

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